Lot n° 492
TALLER DE PAUL BRIL (Antwerp, 1554 - Roma, 1626) "Escenas de la vida de San Franciaco de Asis" . Óleo sobre lienzo ·Bril fue pintor, dibujante y grabador flamenco perteneciente a una familia de artistas. Se formó en Amberes con Damiaan Wortelmans y después, entre 1574 y 1581, se trasladó a Roma. La pintura, a pesar de estar ya en los últimos años del siglo XVI, continúa siendo heredera de la fórmula flamenca del siglo XV de lograr la profundidad en los paisajes tal y como lo hacían Patinir o los llamados primitivos flamencos, es decir, en primer plano se colocan los coleros tierras en tonos oscuros y ocres verdosos; en segundo, a modo de transición óptica, los tonos verdosos y, por último, en los planos del fondo para conseguir esa lejanía, se recurría a los tonos fríos azules. Resultando unas obras construidas mediante horizontes altos y franjas de luz y sombras muy contrastadas para crear sensación de profundidad. Todo ello mezclado con una frondosa vegetación típica de los paisajes flamencos del Barroco con un sentido de la naturaleza exuberante y abigarrado, y unas arquitecturas de fantasía que bien todavía podían recordar a las que realizaba Brueghel en sus paisajes. Son edificaciones que tienen elementos del mundo clásico, reinterpretados con una visión del norte de Europa, y con la mezcla de la arquitectura nacional de Flandes donde aún quedan restos del gótico en la imaginación de los artistas. Bril, en Roma adquirió y se dejó influir por las obras del clasicismo de los Carracci, sobre todo de sus paisajes. Sin embargo, el artista de Amberes se daría a conocer por sus paisajes sobre tabla o cobre, con temáticas como la aquí expuesta: peregrinos, ermitaños orando en enclaves boscosos, marinas, mendigos caminando entre ruinas, … En Roma abrí un prolífico taller por el que pasaron numerosos pintores flamencos, como es el caso de sus inmediatos seguidores Willen van Nieulandt o Cornelis Vroom. Su fama y desarrollo del paisaje moderna le sitúan, junto con los Carracci, en uno de los padres del paisaje italiano moderno, base fundamental para el genero durante esa centuria. Su presencia romana influyó en artistas como Sebastian Vrancx o Peeter Stevens, incluso en pintores holandeses que se instalaron en la capital italiana, como Cornelis van Poelenburch o Bartholomeus Breenbergh. Su obra fue muy apreciada en los Países Bajos, donde se grabaron sus paisajes italianos que contribuyeron a su difusión e influencia posterior. Mientas que en Italia sus cuadros serían codiciados por mecenas como el cardenal Francisco Borromeo en Milán o el duque Fernando Gonzaga en Mantua. · La tela representa diversos paisajes de la vida de San Fracciso de Asis. A principios de agosto de 1224, San Francisco decidió viajar al Monte Alvernia o La Verna, para meditar, en lo que se convertiría en su peregrinación más famosa, ya que por aquel entonces era un hombre profundamente perturbado, tanto en cuerpo como en espíritu. Los años de austeridad y predicación habían hecho mella en su frágil salud. Fue acompañado de otros monjes de la orden: fray León, fray Angelo, fray Illuminato, fray Rufino y fray Masseo, como se pude ver abajo a uno de ellos. En el monte, fray León fue testigo de los actos de soledad del santo de Asís. Interrumpida su intimidad, decidió aislarse aún más del grupo y se apartó en una saliente de la montaña. Allí fue tentado por el demonio, como bien se pude ver a la izquierda sobre un monte. Durante la fiesta de la Asunción, el 15 de agosto, San Francisco decidió hacer un ayuno de cuarenta días. Según los relatos que recogieron los testimonios de fray León, el santo fue testigo de la aparición de una bola de fuego que bajaba del cielo. Un mes más tarde, seguramente el 14 de septiembre, San Francisco oró para recibir dos gracias antes de su muerte, esta escena se ve también en la pintura a la izquierda. Según relato de San Buenaventura, después de intensas oraciones, entró en un trance profundo y supuestamente se le presentó un serafín que le afligió los estigmas, las señales de Cristo durante su sufrimiento en la cruz. Dichas señales se le imprimen en las palmas de las manos, en los pies y en el costado derecho. Este pasaje es lo que se parecía en primer palo y a la derecha el serafín en el cielo. El cuarto tema representado en la pintura es el del tema iconográfico de San Francisco de Asís arrojándose a las zarzas ante la tentación carnal. El santo aparece sentado en el suelo entre las zarzas con la mano alzada, en actitud de rechazo hacia la tentación que le aflige el Diablo que se encuentra tras de él. La leyenda cuenta que San Francisco, asaltado por la lujuria, rodó entre unas zarzas llenas de espinas, que se calvaron en su piel de y las gotas de sangre de las heridas surgieron rosas blancas y rojas (símbolos de la pureza y el martirio). Cabe decir que existe una versión muy similar vendida en 2019 en el mercado del arte, como taller de Paul Brill, que representa San Francisco, tentado por el Demonio, se arroja entre las espinas, en un paisaje Medidas: 100 x 149 cm.
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